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sábado, 5 de noviembre de 2016

Redacciones 3 ESO


-Por mucho que no te tenga cerca, siempre estaré junto a ti. –  Eso fue lo último que recuerdo de aquellos duros y trágicos años.
Volvía de la universidad estresada y agobiada por la cantidad de trabajos y exámenes que tenía que hacer, cuando me llamó mi hermana llorando pidiéndome que fuera a su casa, tenía algo que contarme, y por su forma de decírmelo, era importante. Cogí el primer taxi que paso y me dirigí a casa de mi hermana. Cuando llegue, me abrió la puerta su marido, mi cuñado, y me invito a tomar un café, no se lo negué, estaba tan nerviosa. Inmediatamente mi hermana bajo al comedor a hablar conmigo, no la reconocía, estaba pálida como la nieve y sus ojos estaban secos de tanto llorar. Delicadamente le acaricie su cara y le cogí de la mano. Y me dijo:
-Maa..rii..naa…- esforzándose para no caer otra vez y ponerse a llorar.
- Tienes que llevarme al médico, no me encuentro bien, la pierna se me está poniendo morada y apenas la siento, no te asustes pero tiene muy mala pinta, el corazón me va tan rápido que se me va a salir del pecho, David, mi marido, tu cuñado, no sabe nada y tampoco quiero que sepa nada, no lo quiero asustar, es muy sensible.- me dijo temblando.
Yo rápidamente la cogí y me la lleve al hospital más cercano. Se la llevaron rápidamente a observación y me dieron paso para verla, ella estaba dormida. Entro una doctora y me lo empezó a explicar todo:
-Buenas tardes, su hermana ha sufrido maltrato durante estos últimos meses, tenía la pierna morada, a causa de que le habían estado golpeando fuertemente la pierna y por eso no respondía, pero eso es lo de menos- me dijo preocupada.
Yo en ese momento no respiraba, no me lo creía, estaba súper asustada. La  doctora, cogiéndome del hombro me dijo:
- Mejor siéntese. Su hermana, aparte de los golpes en la pierna y en alguna que otra parte, fue golpeada en la cabeza fuertemente, y como ya sabrá, la cabeza es muy débil y muy frágil, y le ha causado un derrame cerebral, por eso la pierna y la mano no las notaba. Le hemos inducido el coma para que no sufra más mientras que se va mejorando, no podemos avanzarte nada más porque no sabemos si se va curar o no, pero te iremos informando. Puedes marcharte a descansar que hoy le ha sido un día largo, no te preocupes, tu hermana está en buenas manos.
Su última frase me tranquilizó. Igualmente decidí quedarme esa noche ahí junto a mi hermana, mientras que llamaba a todos mis familiares más cercanos a explicarles la situación.                                                                                                                                                 Marina G.

Hola mi nombre es Nuria.
Un día me levanté, dentro de lo que se podía, rápido. Observé el reloj, en ese momento marcaba las siete y once de la mañana.  Encendí la luz y los ojos me dolieron por la fuerza de ésta. Decidí levantarme de una vez por todas y subir la persiana y así lo hice. Me lavé la cara, me vestí, almorcé y salí dirección el instituto a unos diez minutos de mi casa. Por el camino me entretuve viendo a la gente pasar imaginándome hacia dónde se dirigían. Por fin llegué al instituto. Allí me esperaba un día muy duro, tenía tres exámenes definitivos para mi futura carrera, todavía no tenía muy claro lo que iba a hacer pero si por dónde se encaminaba.
Después de éste día tan largo, llegué a casa. Me puse directamente a hacer la redacción que la profesora de lengua nos había mandado. No sabía ni de que iba a tratar así que empecé a escribir ideas sin sentido hasta que me vino una a la cabeza y de allí la amplié. Al día siguiente la misma rutina, ésta vez no había nadie por la calle, ni nadie en la puerta. En la clase sólo había cuatro personas y ninguna me sonaba. Si que es verdad que no me relacionaba mucho con ellos pero si que me sabía sus caras y esas desde luego no eran. Me extrañé mucho, los profesores no sabían mi nombre y uno de ellos empezó su clase empezó así:
-        Hola mi nombre es Laura, soy vuestra tutora, bienvenidos al instituto. No os tenéis que sentir incómodos, todos hemos vivido nuestras vidas pero en algún momento se tenían que acabar.
No entendía lo que estaba diciendo así que en cuanto acabó la clase le fui a preguntar que dónde me había metido. Ella cambió la cara por completo no entendía cómo no lo iba a saber.
Después de cinco días me lo explicaron, estaba en otro mundo el mundo dónde todas las personas que estaban allí estaban, como decirlo de una manera suave…… no estaban con vida. No entendía como podía estar allí. Así que intenté recordar, no lo conseguía. De golpe vi a mi madre ella también estaba allí, ¿Por qué? Ella me lo explicó todo.
Un día salí un momento, y justo al salir de casa un coche se desvió y me atropelló y estuve un mes en coma hasta que no soporté mas. Pero ella, ¿Que hacía allí, como era capaz de haber dejado a mi hermano de cinco años sólo? No lo comprendía. Y justo cuando me lo iba a explicar desapareció.
No la idea ésta no me gusta, ésta es la típica historia, otra vez a empezar de nuevo.                                         Marta E.

Querida abuela,
Quiero empezar dándote las gracias por todo lo que has hecho por mí, por lo que me has aguantado, por todas las veces que me hacías esas comidas tan buenas que me encantaban. Quiero darte las gracias por todo lo que me has regalado, porque me has enseñado a crecer más fuerte que nunca y a no rendirme. Eres la persona con más fuerza y más confianza en que todo saldrá bien, que nunca he conocido y creo que no voy a conocer. Gracias por todos y cada uno de los momentos que he pasado contigo y por todas las sonrisas que me echabas aun sabiendo que lo que estaba haciendo no era del todo correcto. Gracias por enseñarme valores de la vida que yo no conocía, por hacer que confíe mas en mi misma, para tener una esperanza en todo lo que se interponga en mi camino, a confiar en las personas y a escuchar a los que me quieren. Que, si me equivoco en algo, me caigo, me levanto y sigo, porque no me puedo quedar siempre llorando por una cosa que a todo el mundo le toca, antes o después, pero a todos nos toca.
Espero que estés bien allí donde estés, y que tengo muchas ganas de volverte a ver. Te quiero muchísimo.                                                               Berta E.

Redacción. Tema libre

Aquello en que todo el mundo sueña y aspira, todo lo deseado por cualquier ser, se reduce a una simple palabra de apenas seis letras… el verano.
Y al pronunciar esta palabra, se viene a la cabeza la imagen de estar tumbado en una hamaca a la sombra de los árboles, los insistentes rayos del sol colándose por los pequeños espacios de entre las ramas e incidiendo en la piel, produciendo esa agradable sensación de calor; una calma abrumadora.
Siempre se presenta tan lejano y inalcanzable, que a veces parece incluso inexistente. Y cuando llega, uno cree sucumbir en un sueño profundo del que nunca fuese a despertar.
Los días son largos y pasan con tal lentitud que sugieren que las agujas del reloj han dejado de moverse. Puede que sean algo monótonos si no se realiza alguna actividad que interrumpa la regularidad de estos, pero, ¿qué más da? No dejan de ser tranquilos, permitiendo olvidar los problemas cotidianos del resto del año y ahuyentar el estrés acumulado. No cabe duda de que el verano es el mejor amuleto contra los nervios.
Pero todo tiene un fin, y desgraciadamente el verano no es una excepción. La vuelta al colegio y al trabajo son un cubo de agua helada que cae inesperadamente, alejando a cualquiera de sus fantasías. Próxima parada: la breve Navidad.
                                                                                               Noa P.

Querido diario,
Hoy en clase me estaba aburriendo mucho y me he puesto a pensar en cosas que me gustaría hacer al largo de mi vida, todo aquello que me gustaría ver con la gente que quiero, que me hace reír, en la que confío.
Total, que estaba allí mirando por la ventana, pensando, sobre todo en lugares increíblemente bonitos, los mejores viajes de mi vida, cuando se me ha plantado la profesora delante.
Se ve que me estaba preguntando algo sobre los antiguos romanos y algo así y no me he enterado, claro como siempre soy la que esta despistada pues ya me tienen fichada, madre mía, no puedo distraerme ni un segundo. Me ha hecho una de esas preguntas trampa, de las difíciles que si no escuchas te cae un cate, obviamente no la he respondido y ha caído el sermón del año, la misma charla de siempre, que, si tienes que estar atenta, que sí no escuchas luego no apruebas, que tienes que ser más culta…, el mismo rollo de siempre.
Después de un rato ha decidido ponernos un video sobre la forma de vida y esas cosas y, ¿qué ha hecho todo el mundo? Dormir. Como siempre, bueno vamos al grano que me enrollo. Yo no tenía sueño después de los gritos que me había pegado así que he cogido un papel y boli y he empezado a escribir mi lista de deseos.
En ella había:
-        Viajar a nueva york
-        Viajar a Tailandia
-        Irme a trabajar al extranjero
Y más cosas que no puedo poner porque no solo van conmigo, estas tres cosas que para muchos pueden parecer una tontería, para mí son muy importantes y me gustaría cumplirlas. ¡Uy! Que se hace tarde, te acabo de explicar lo que ha pasado y me voy.
Al final ha sonado el famoso timbre tan esperado por tantísima gente y como muchos estaban dormidos ni se han enterado, menos mal que estamos el resto para levantarlos que sino…
Me ha llamado la profesora para hablar con ella que si estudiar, que si estar atenta, otra vez la misma historia, es que cuando se ponen pesados no hay quien los aguante, en fin, que es la escuela y no se puede hacer nada, a veces te gustan, a veces no, a veces son agradables, a veces no… uno se tiene que acostumbrar, la vida es dura y está llena de injusticias.
Esto acaba de empezar, bueno que me voy a cenar
 Hasta otra.     Jana O.


ESTO ES UNA CACA

Me desperté nerviosa, no sé por qué. Quería dormir un rato más, y me arrastraba por el colchón. Miré al despertador: se me había hecho muy tarde. Ya me estaba levantando a toda pastilla cuando recapacité: las 6:30h… Quedaba una hora para que sonase la alarma. Soy imbécil. Bueno, mejor, más tiempo para dormir.
Al cabo de una hora me sonó el despertador y, lógicamente, estaba dormidísima. Fui a buscar mis galletas favoritas, pero al abrir el armario vi que no habían. Me conformé con las otras. Me dirigí a mi habitación y me tropecé con mi hermana, que iba gritando enfadada por la casa por qué no encontraba su juguete.
-        ¡Esto es una caca! – gritaba frustrada.
Antes de sentarme me hice la cama, y cuando me disponía a degustar mis galletas no-favoritas, me di cuenta de que no había puesto a cargar el móvil la noche anterior y le quedaba poca batería. Lo enchufé rápidamente. “Genial, soy inútil” pensé. Me comí las galletas con cuidado de no ensuciar la cama con las migas, pero gracias al sobresalto que me dio el reloj, al indicarme que el tiempo pasaba demasiado deprisa, giré el paquete y todos los minúsculos trozos de galleta se esparcieron por el colchón y parte de la almohada. Suspiré, acerqué la papelera y lo recogí todo con agilidad.
Me preparé para el insti a mi ritmo, sin pausa pero sin prisa. Tenía el tiempo controlado al salir de casa. Cuando empecé a andar noté un dolor en el pie. Miré el reloj del móvil. ¿Cómo podía ser que ya fuesen y veintisiete? Aligeré el paso tanto como mi pie me lo permitió.
Al llegar a mi clase reflexioné sobre el día que me esperaba: largo, demasiado largo. Ordené mis ideas por prioridad y establecí unos objetivos que tenía que cumplir. De acuerdo, empecemos fuertes.
Imposible. En la 3ª clase me entró un sueño horroroso y, disimuladamente, eché una cabezadita apoyando mi cabeza en mi mano. No me han pillado, si hay algo que se me dé bien, es dormir.
Las clases de después del patio fueron irritantes. En la primera intenté aislarme en el “trabajo” de grupo que teníamos que hacer. Empecé a dibujar las ilustraciones de un manga, pero mi queridísima compañera me lo arrebató y no estaba dispuesta a devolvérmelo. Entonces me indigné y seguí dibujando en mi agenda durante una hora, sin abrir la boca y sin participar. La segunda hora estuvo bien, avanzar deberes, escuchar música en secreto… un poco aburrido.
En el comedor hicieron comida bastante rica, pero el patio se me hizo incómodo. Una monitora nos echó la bronca por algo de lo que aún no me he enterado.
Las últimas clases se me hicieron largas. Tenía ganas de ver a mis amigos.
Por fin salí de la cárcel, y me estuve un cuarto de hora con mi abuela.
Luego fui a la biblioteca donde me esperaban mis amigos. Tenía que hacer otro trabajo, pero resultó que no teníamos el material necesario y no pudimos hacer nada. Fui a cogerme un libro, y me detuve en la sección de películas. Estaba concentrada leyendo la sinopsis de una serie cuando un amigo me hizo un susto por detrás. Tuve que contener un grito y mis ganas de pegarle porqué estábamos en la biblioteca.
Los 5 nos dirigimos a la academia de inglés acompañando a dos amigos. Al llegar, todos se despidieron con abrazos, saludos y besos. Menos a mí. A mí me marginaron y no recibí la despedida de nadie. Se fueron sin dirigirme una palabra ¡Pues vaya!
Cuando llegué a casa, tuve que duchar a mi hermana, la cual, al terminar, se empapó el pelo con alcohol, y la tuve que volver a lavar. También recordé los objetivos que tenía que cumplir para el día: ni uno.
Después de cenar, uno de los piques de broma entre mi padre y yo se nos fue de las manos, y terminamos los 3 cabreados.
Me fui a mi habitación, mi santuario, estuve un rato con el ordenador y me fui a duchar. Cuando salí del baño todos ya se habían ido a dormir. Perfecto tú.
Cerré la puerta, me puse el pijama, me senté en la cama y suspiré. Pues sí, hermanita mía: ¡Esto es una caca!                                            Chiara d P.

Redacción:

“Hoy va a ser el día, hoy me van a adoptar”, era la frase que siempre se repetía al despertarse día tras día. Le costaba creer que eso pudiera pasar, pero no perdía la esperanza. Sabía que con su edad, los padres adoptivos no la querrían, ya que preferían alguien más pequeño, pero aún así seguía esperando a una familia que no le importara su edad.
Cada día se levantaba temprano, y como no podía salir de la casa se vestía y daba un paseo por todas las habitaciones principales, observando a la gente que estaba despierta a esa hora y pensando en sus cosas. La casa no era muy grande, pero si lo suficiente como para poder escabullirse cuando le apeteciera a algún sitio escondido y así alejarse de todo.
Nunca le había gustado el rumbo que había tomado su vida, nada envidiable, pero algo que prefería,  era el hecho de estar allí por no haber conocido a sus padres en vez de que los hubiera conocido y por causas múltiples ya no estuvieran con ella. No se sentía para nada una chica con suerte, pero lo que no sabia, era que la mañana del 24 de Enero le iba a cambiar la vida.

Ese día, como de costumbre, se vistió y salió a dar una vuelta. Por la casa no había casi nadie, y no sabía porque esa mañana se sentía tan bien. Como ya era medianamente grande, le pidió a su cuidadora si podia salir a la calle, y después de un rato entre suplicas, accedió. Fuera hacía un buen día, hacia frío pero tampoco mucho, iba paseando por la calle, cuando cayó a sus pies un gorro que había sido arrastrado por el viento, destrás, corriendo había una niña de su edad con aspecto refinado, cogió el gorro y se lo dió a la niña, esta se la quedo mirando pensativa un buen rato y luego cogió el gorro y se dió media vuelta. Iba a marcharse cuando sin razón alguna le dijo que como era nueva en la ciudad y no tenía con quién jugar, si quería jugar con ella. Ese fué el principio de una nueva amistad que le proporcionaría a ella un nuevo lugar donde vivir y una nueva familia que conocer. 
                                                                                                                  Claudia S.



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