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lunes, 17 de noviembre de 2014

Desespación

DESESPERACIÓN
El señor, con el rostro triste, entró en el cementerio con un ramo de flores que había cogido en un prado. Se acercó a la lápida de su mujer y depositó encima las flores. Se sentó en el suelo y con los ojos llorosos comenzó a hablar como si su esposa pudiera oírle.
            -Cómo han cambiado las cosas desde aquel accidente… Ojalá todo volviera a ser como cuando estabas con nosotros, todo iba mejor. Entonces tenía un trabajo y un sueldo, y te tenía a mi lado en los momentos difíciles. Ahora ya se me ha terminado el paro y dentro de poco me gastaré los ahorros. Se me parte el corazón al ver a nuestro hijo con esos calcetines tan remendados y con esas bambas tan gastadas, pero no puedo permitirme comprarle ropa nueva. Prefiero gastar el dinero en comida y en la escuela, para que no le falte un plato de comida en la mesa y tenga unos conocimientos que le permitan encontrar un trabajo cuando sea mayor. Es listo y fuerte, comprende la situación y sabe que estas Navidades no tendrá regalos como sus amigos, pero me tendrá a mí, dándole amor y cariño. Si pudieras verle te alegrarías, se parece mucho a ti, es alegre y positivo. Es por él que sonrío cada mañana y voy a una entrevista de trabajo detrás de otra.
El hombre se levantó del suelo y volvió a casa. Antes de entrar abrió el buzón y vio una carta de la empresa que le había entrevistado la semana anterior. Con las manos temblorosas abrió el sobre y leyó lo que había escrito. El señor sonrió, le habían admitido.
                        
                                                                     Paula Fernández

Me despierto en mitad de la noche con las manos en las sienes. Siento un gran dolor de cabeza, unas fuertes pinzadas dentro de mi cerebro. Creo recordar que el doctor ya me advirtió,, dijo que era normal que sucediera esto al principio de la rehabilitación, ¿o era al final? No lo se, mis recuerdos de esos días en el hospital son borrosos y confusos. No puedo  detallar ni describir con precisión lo que sentí, y por supuesto que tampoco puedo explicar cómo era antes mi vida, simplemente porque no lo recuerdo.
La que me han dicho que es mi mujer me intenta explicar las cosas y presentarme a la gente que seguramente ya  me debe conocer. Mi hija juega conmigo y me enseña a hablarle al perro cómo si fuese su hermano. Me tratan como a un niño pequeño, débil e indefenso frente a un inmenso nuevo mundo. Eso me frustra pero en el fondo se lo agradezco porque se que lo hacen para ayudarme.
La peor parte es la de  ir a trabajar. Me han dicho que soy abogado, y muy bueno en realidad, y el director del bufete ha dicho que por méritos acumulados puedo mantener mi despacho y mi empleo. Aun así me han advertido que no estoy en condiciones de ejercer mi profesión. Es muy duro soportar cada día las miradas arrogantes y el aire de superioridad con el que me tratan mis compañeros. Gente falsa. Aquellos que en mis buenas épocas se consideraron mis amigos ahora se dedican a reírse de mis limitaciones e insultarme, pero por encima de todo, lo que más duele, es que me subestimen, me infravaloran y yo hoy ya no puedo hacer nada para defender mi causa.

Marina González


DESESPERACIÓN
En mi mundo todo ha caído. Ya nada se aguanta.
Yo ya no me levanto, sigo con los destrozos todos los días.
Vivo sin rumbo, pasando el día a día.
Me lamento y miro el mundo sin encontrarle ningún sentido.
Soy artista y la imaginación brota en mi mente. Pero me la estoy destrozando,
por culpa de la situación en la que vivo.
Ya no creo en las maravillas. Ni en la esperanza, que me ha mantenido vivo
tres años con la mente abierta, buscando posibilidades remotas para encontrar
Pero se acabó. La luz que quedaba dentro de mí se ha apagado junto a la
No tener trabajo me ha llevado a la frustración, a estar encerrado en casa,
dibujando en todos los papeles que encontraba mi desesperación. La única
forma de transmitir lo que siento, sin ir gritando por las calles.
Vivo en los mínimos, ganado un poco de dinero vendiendo cuadros a los pocos
amigos que me aprecian y se preocupan por mi.
Ya no sé qué pensar, ni hacer. Y esta hoja acabará como todas las otras en
Como una muestra más de mi desesperación.

                                               Zoe Stein


                             DESESPERACIÓN
Verte de nuevo y caer en todos los momentos mágicos que había creado en mi mente. Y, aún, sabía que tú estabas allí y yo aquí , esperando ansosiamente una simple llamada o un simple mensaje. No fue fácil intentar hacerte saber mis sentimientos y como me suele pasar siempre , tú ya te habías marchado y yo no lo había conseguido. Habías marchado el día en que decidí tragarme el orgullo y confesarte la gran admiración y cariño que durante tantos años había estado ocultando detrás de las fugaces miradas y las tonterías que hacía para reclamar , de forma desesperada , tu atención.  Y , es que he sido tonto y no he sabido apreciarte tanto como lo merecías. Estoy desesperado ,desesperado por verte y de una vez por todas confesarte mi amor. Ya que he necesitado que te fueras y he necesitado echarte de menos para darme cuenta de que te necesito a mi lado.
                                                                               Andrea Castillo


                                                                                  



















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