Bareto
Estaba a punto de llegar, pero decidí pararme a
comer algo, no era muy lógico llegar
allí hambriento y con ganas de comerme cualquier cosa comestible. Paré en un
bar que a primera vista parecía bastante barato pero a la vez con clase. La
fachada estaba pintada con un color amarillo gastado, no muy bonita la verdad,
y el cartel y la entrada eran de madera antigua, de un color oscuro y bien
terminado.
Al ir a entrar me di cuenta que la manilla de la
puerta era una serpiente, si, muy raro. En fin, entré.
El ambiente estaba cargado, tropecé, mire al suelo y
había un agujero, un agujero de bala que parecía lleno de cerveza, presupuse
que era eso. Y me fije en la moqueta llena de polvo, con placas de trozos muy
sucios, parecía colocada estratégicamente para ensuciarse el pie a cada paso.
Levante la mirada y observe con precisión el lugar, situada a la derecha, la
barra con 7 taburetes contados, con la almohadilla superior rota y sin espuma y
la mayoría cojos. La barra, ¿eso se consideraba una barra?, era un gran mueble
que iba de un lado a otro. Yo solo veía la parte de atrás del armario,
presupongo que por delante se encontraran los cajones, penoso. Ahora lo más
remarcable, el barril de cerveza, verde de moho, y de allí un señor viejo con barba blanca y
calvo, con un delantal de serpiente y sorprendentemente amargado sacaba la
cerveza de ese objeto mohoso. Tras dejar atrás la repugnancia, empecé utilizar
otros sentidos, el olfato, el olor se podría resumir en olor a baño de calle,
con basura de 3 meses y 20 cerdos
viviendo allí, sí, asqueroso. Y el sonido, un lugar sumamente ruidoso, pero con
dos voces que resaltaban mucho, pero mucho, dos voces de hombres, a juzgar por
el tono enfadados, pero no lograba entender nada, eran rusos o qué?, y si, tras
escuchar atentamente me di cuenta que sí, yo sabía un poco y lograba entender
algunas palabras como, secreto, dinero, mucho dinero, mujer, león, poco más
porque se basaba en eso, y mirándoles las pintas me imagine lo peor, dos
hombres como armarios, tatuados de arriba abajo, ambos con una serpiente en el
cuello, daba mucho que pensar. Sin querer meterme en un lio di media vuelta y salí,
no volví a entrar, Pero al llegar a mi destino decidí buscar información y descubrí
que había entrado en el local de Змея (zmeya), una mafia rusa, que traficaba
con mujeres y animales exóticos y que hacia menos de una semana había sido
descubiertos por la policía.
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