AMIGOS
No se como acabo así, todas esas tardes paradisiacas, esas carcajadas embotelladas y todo se fue, se fue porqué yo la cagué.
Aún me acuerdo cuando te conocí, ahí estabas sola. Aun no entiendo por qué, pero yo decidí sentarme a tu lado. Tú eras nueva y yo repetidor, nadie nos conocía, estábamos solos. De ahí, de ese: -Hola que te pasa- empezó todo. Me acuerdo de tu primera sonrisa, de nuestra primera tarde juntos, de esos madrugones para estar juntos antes del colegio, de todo, me acuerdo de todo. Todo era perfecto, era nuestro mundo, solo nuestro.
El fin comenzaba nuestro mundo se estaba destruyendo poco a poco, pero no lo sabíamos. Me acuerdo de esa tarde, cuando me dijiste, me gusta Javier. Yo bajé la mirada e hice un suspiro, ella me preguntó el porqué del suspiro, no me acuerdo que excusa le dije. Me fui al baño y me lavé la cara, y al volver empezamos una conversación, una conversación larga, muy larga, al menos para mí. No sé por qué pero acabé diciendo eso, pero lo dije, sí, dije las palabras prohibidas, palabras que matan amistades, le dije, que la quería.
Ese mes fue el peor de mi vida, creo que hablé con ella dos veces. Cada día era gris, cada palabra era necia, cada persona era ella. Hasta que se fue, un día dejó de ir al instituto, no sabía que podía haber pasado, ¿una mudanza?, ¿una lesión?, nunca supe de ella.
La semana pasada me enteré, salió, por las noticias, después de 6 años, la volví a ver, estuvo 5 años encerrada en un sótano, en el sótano de Javier. Nada más enterarme salí corriendo a buscar a Javier, él se había escapado. Yo sabía dónde estaba, en su sitio, en el sitio dónde ellos quedaban y se daban besos, cada tarde después del instituto.
Te escribo esta carta desde la cárcel no quiero decir dónde esta Javier, solo se que nunca te volverá a ver.
Atentamente tu mejor amigo,
Sergi.
No se como acabo así, todas esas tardes paradisiacas, esas carcajadas embotelladas y todo se fue, se fue porqué yo la cagué.
Aún me acuerdo cuando te conocí, ahí estabas sola. Aun no entiendo por qué, pero yo decidí sentarme a tu lado. Tú eras nueva y yo repetidor, nadie nos conocía, estábamos solos. De ahí, de ese: -Hola que te pasa- empezó todo. Me acuerdo de tu primera sonrisa, de nuestra primera tarde juntos, de esos madrugones para estar juntos antes del colegio, de todo, me acuerdo de todo. Todo era perfecto, era nuestro mundo, solo nuestro.
El fin comenzaba nuestro mundo se estaba destruyendo poco a poco, pero no lo sabíamos. Me acuerdo de esa tarde, cuando me dijiste, me gusta Javier. Yo bajé la mirada e hice un suspiro, ella me preguntó el porqué del suspiro, no me acuerdo que excusa le dije. Me fui al baño y me lavé la cara, y al volver empezamos una conversación, una conversación larga, muy larga, al menos para mí. No sé por qué pero acabé diciendo eso, pero lo dije, sí, dije las palabras prohibidas, palabras que matan amistades, le dije, que la quería.
Ese mes fue el peor de mi vida, creo que hablé con ella dos veces. Cada día era gris, cada palabra era necia, cada persona era ella. Hasta que se fue, un día dejó de ir al instituto, no sabía que podía haber pasado, ¿una mudanza?, ¿una lesión?, nunca supe de ella.
La semana pasada me enteré, salió, por las noticias, después de 6 años, la volví a ver, estuvo 5 años encerrada en un sótano, en el sótano de Javier. Nada más enterarme salí corriendo a buscar a Javier, él se había escapado. Yo sabía dónde estaba, en su sitio, en el sitio dónde ellos quedaban y se daban besos, cada tarde después del instituto.
Te escribo esta carta desde la cárcel no quiero decir dónde esta Javier, solo se que nunca te volverá a ver.
Atentamente tu mejor amigo,
Sergi.
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