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domingo, 9 de diciembre de 2007

recuerdos de infancia

Un día de invierno, cuando era muy pequeño, mis padres me llevaron desde casa de mis abuelos a un lugar donde hacía mucho más frío. Allí vi como caían del cielo unas pequeñas bolas blancas y heladas que se me pegaban en la ropa y que, cuando las tocaba, se deshacían.
Toda la montaña estaba cubierta por una capa blanca muy resbaladiza y en algunos sitios, me hundía en ella hasta las rodillas: ¡era la nieve!
Aunque era muy fría, cuando la tocaba con mis manos tenía una sensación cálida, como si pusiera las manos dentro del fuego.
Estuvimos jugando con mi hermano a construir figuras fantasmagóricas y también a tirarnos pequeñas bolas de nieve que hacían mil cosquillas heladas al tocarte. En un lugar donde hacía un poco de pendiente, bajaba bien agarrado a mi hermano mayor encima de nuestro pequeño trineo: ¡Qué sensación al notar el viento rozándome la cara!
Al cabo de un par de horas, ya cansado y bastante mojado, volvimos a casa de los abuelos. Sentado en mi silla del coche, se me cerraban los ojos, feliz y contento:
¡Fue una experiencia inolvidable¡
Roger Huerta i Lluch

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