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jueves, 25 de septiembre de 2014

SONIDOS


Sonidos playa
Aún no hemos llegado y ya se intuye lo llena que va a estar la playa. A esta hora del día, con el mar en su mejor momento y el sol en el punto más alto, el murmullo persistente e incansable de los bañistas resulta de lo más agobiante. Nos acomodamos en un diminuto trozo de arena libre cerca de la orilla. El calor nos abrasa y no dudamos en encaminarnos hacia el agua. Pedro coge todo el aire que puede antes de sumergirse y chapotea ruidosamente al salir a la superficie. Marta, por su parte, pega un chillido al notar el agua fría en sus pies mientras Juanjo, quejoso, se tumba en la toalla y se duerme escuchando el murmullo del mar a sus pies, ya ni siquiera le importan los vendedores ambulantes que comercian a gritos entre sí, ese chiquillo que llora porque le ha entrado arena en el ojo, e incluso consigue ignorar el molesto ruido del motor de la avioneta que ahora nos sobrevuela.   
                                                                                                   Marina González




Tengo los ojos cerrados, tumbada en mi toalla oigo el viento soplar y llevarse los gritos de los niños que se van decepcionados, se lleva los graznidos de las gaviotas y las palabras del vendedor ambulante, se lleva las sombrillas y las toallas. Se lo lleva todo y a todos menos a mi.
Y cuando solo estoy yo y el viento, llega la lluvia, que tamborilea suavemente sobre el agua y opaca el suave sonido de las olas. Cae sobre mi, me moja, me grita que me marche… Pero yo me quedo.
                                                                                       Júlia Fernández 



LOS SONIDOS DE LA PLAYA
El sol se despedía del día cuando me senté  sobre la arena de la playa. Cerré los ojos y me concentré en los sonidos que llegaban a mis oídos. Sobre mi cabeza graznaban las gaviotas y, delante de mí, podía sentir el murmullo de las olas. Escuchaba las voces de una familia que pasaba la tarde en la playa, el repiqueteo de la bola contra las palas, las risas de los niños pequeños… También oía el zumbido de los coches en la carretera nacional y, en un momento dado, el ruido del tren pasando a mucha velocidad.
Una dulce voz conocida para mis oídos es lo último que oí antes de abrir los ojos.
Paula Fernández



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