RECUERDOS DE LA INFANCIA
La infancia:
Mi
infancia. ¿Qué destacar? ¿Qué decir de una niñez normal ? Unos primeros años repletos de ternura e inocencia, idees simples y
humildes, pensamientos sencillos y absolutamente ignorantes. No era más que una
pequeña personita con infinitas ganes de aprender, creyendo haber descubierto
el mundo a cada corto paso que daba y asombrada frente a la infinita sabiduría
de mis padres que tantísimas aventures habían vivido. Que pequeña parecía yo a
su lado y que inmenso parecía todo fuera de las paredes de nuestro piso.
Recuerdo
pasar horas en la cocina, con mi madre, ella cocinaba con carácter, maña y
tranquilidad. Yo, asombrada, la observaba, y en mi mente deseaba poder algún
día llegar a cocinar tan bien como ella. Con melancolía y una sonrisa en los
labios recuerdo las mil carreras que me pegaba hacia el piso de arriba, a
llamar a la puerta de mi vecina. Como si fuera ayer siento en mi pecho la
emoción y los nervios de abandonar solita el portal de mi casa, mi poca
paciencia agotándose frente al timbre y, sintiéndome ahora mismo algo boba,
recuerdo a la perfección la alegría y la euforia que sentía al oír sus pasos
acercarse por detrás de la puerta.
La
mia, cómo la de muchos, fue una infancia feliz. Llena de emociones y sorpresas
y absolutamente libre de preocupaciones. Sin agobios, sin prisas, sin
problemas. Era una vida pausada, tranquila, paciente... a día de hoy, esa, es
una vida añorada.
Marina
González
La infancia:
Cuando era pequeño, mis abuelos me llevaban a la
guardería. Allí me pasaba todo el día en el patio jugando con las piedras y con los
demás chicos. No me gustaba comer en la guardería, lo odiaba y siempre me
pasaba horas y horas llorando. Lo que más me gustaba era cuando mis abuelos me
venían a recoger por la tarde.
Cuando llegábamos a casa, mis abuelos me daban la comida
que yo quería y me sentaba en el sofá a ver dibujitos como las tres
mellizas. Siempre mi madre,al salir del trabajo nos pasaba a recoger a mi hermana y
a mí y nos llevaba a casa.
La verdad es que se vivía muy bien, ya que no te tenías
que preocuparte nunca de nada.
Marc Amat
RECUERDOS DE LA INFANCIA
Cuando pienso en años atrás, recordando mi niñez, una pincelada de felicidad y nostalgia me recorre el cuerpo.
Recuerdo que el tiempo pasaba lentamente, paso a paso, sin preocupaciones, ni prisas, ni agobios.
Era una época tranquila. Donde pasaba las horas jugando, feliz.
Me acuerdo de las navidades, la época tan esperada y deseada, en que los turrones, el chocolate y el fuego de la chimenea llenaban el salón de un aroma especial, acogedor.
Recuerdo las comidas familiares, que llenaban la sala de risas, música y chistes.
Y los veranos en que el calor era asfixiante y me iba a la piscina de mis tíos para bañarme con mis primas y jugábamos a buscar objetos en el agua.
Recuerdo las noches en las que no quería dormir sola con miedo a que hubiera brujas o monstruos.
Entonces mi madre me acariciaba el pelo y me cogía con fuerza mi pequeña mano, y todos los temores desaparecían. Y en aquellos momentos pensaba que la vida era un cuento de hadas.
Zoe Stein
Infancia, que cosas más bonitas guarda...
RECUERDOS DE INFANCIA
Cada vez que veo el espacio vacío sobre la estantería del garaje me acuerdo de aquel maletín de maquillaje que me trajeron los Reyes Magos. Recuerdo aquellos tiempos con una dulce y apreciada nostalgia, a la vez que con un profundo punto de tristeza, al haber perdido un objeto tan preciado como mi querido maletín de maquillaje.
Yo que en aquel entonces no era más que una simple niña de cinco años estaba encantada con el maletín. Cada día al volver de la escuela mis hermanas y yo lo cogíamos y nos pintábamos la cara, sin prestar atención a nada más que a nuestros dedos deslizándose por nuestras facciones.
Un día al volver del colegio fui a buscar el maletín, pero no lo encontré. Busqué en armarios, cajas…, pero nada, no estaba en ningún sitio.
Cundo mi padre regresó a casa después de un duro día de trabajo le empecé a hacer preguntas. Al cabo de un rato, harto ya de tanto bullicio, se aclaró la garganta y me dijo:
Anna, yo he tirado el maletín. – me lo quedé mirando sin querer entender lo que me decía – Estaba harto de que lo ensuciarais todo. La casa, el maletín y vosotras acababais siempre súper sucias y después, quienes teníamos que limpiarlo éramos tu madre y yo.
Mientras escuchaba aquellas palabras me iba indignando cada vez más. ¡Cómo había podido!, pensaba cada vez que nos cruzábamos la mirada.
Años más tarde comprendí mi parte de culpa, que mi padre poco tenía que ver.
Lloré, lloré y lloré, por aquel maletín de maquillaje, que tanto me había dado y tan poco lo había cuidado.
Anna Umbert
RECUERDOS DE LA INFANCIA
Cuando pienso en años atrás, recordando mi niñez, una pincelada de felicidad y nostalgia me recorre el cuerpo.
Recuerdo que el tiempo pasaba lentamente, paso a paso, sin preocupaciones, ni prisas, ni agobios.
Era una época tranquila. Donde pasaba las horas jugando, feliz.
Me acuerdo de las navidades, la época tan esperada y deseada, en que los turrones, el chocolate y el fuego de la chimenea llenaban el salón de un aroma especial, acogedor.
Recuerdo las comidas familiares, que llenaban la sala de risas, música y chistes.
Y los veranos en que el calor era asfixiante y me iba a la piscina de mis tíos para bañarme con mis primas y jugábamos a buscar objetos en el agua.
Recuerdo las noches en las que no quería dormir sola con miedo a que hubiera brujas o monstruos.
Entonces mi madre me acariciaba el pelo y me cogía con fuerza mi pequeña mano, y todos los temores desaparecían. Y en aquellos momentos pensaba que la vida era un cuento de hadas.
Zoe Stein
Infancia, que cosas más bonitas guarda...
El olor de la cocina después de que mi madre preparase uno de sus deliciosos pasteles. Aquellos cuentos que le contaba cada noche a mi hermano pequeño.
Esas veces que estaba en la playa jugando con la arena y mis padres me repetían cien veces que la arena no se come. Aquellas nanas que me cantaba mi abuelo después del colegio para que pudiese dormir la siesta. Los cuentos de la rana y el murciélago que dormían bajo la cama, y que hacían que mirase debajo para ver si estaban. Esa vez, la primera vez que viaje en avión para ir a buscar a mi hermano pequeño que estaba en Etiopía, con ocho meses esperando a que llegásemos para recogerle.Las caricias, los abrazos, esas palabras tiernas que me decía mi madre.
Ahora mi infancia es lo que me a echo ser como soy.
Júlia Fernández
RECUERDOS DE INFANCIA
Cada vez que veo el espacio vacío sobre la estantería del garaje me acuerdo de aquel maletín de maquillaje que me trajeron los Reyes Magos. Recuerdo aquellos tiempos con una dulce y apreciada nostalgia, a la vez que con un profundo punto de tristeza, al haber perdido un objeto tan preciado como mi querido maletín de maquillaje.
Yo que en aquel entonces no era más que una simple niña de cinco años estaba encantada con el maletín. Cada día al volver de la escuela mis hermanas y yo lo cogíamos y nos pintábamos la cara, sin prestar atención a nada más que a nuestros dedos deslizándose por nuestras facciones.
Un día al volver del colegio fui a buscar el maletín, pero no lo encontré. Busqué en armarios, cajas…, pero nada, no estaba en ningún sitio.
Cundo mi padre regresó a casa después de un duro día de trabajo le empecé a hacer preguntas. Al cabo de un rato, harto ya de tanto bullicio, se aclaró la garganta y me dijo:
Anna, yo he tirado el maletín. – me lo quedé mirando sin querer entender lo que me decía – Estaba harto de que lo ensuciarais todo. La casa, el maletín y vosotras acababais siempre súper sucias y después, quienes teníamos que limpiarlo éramos tu madre y yo.
Mientras escuchaba aquellas palabras me iba indignando cada vez más. ¡Cómo había podido!, pensaba cada vez que nos cruzábamos la mirada.
Años más tarde comprendí mi parte de culpa, que mi padre poco tenía que ver.
Lloré, lloré y lloré, por aquel maletín de maquillaje, que tanto me había dado y tan poco lo había cuidado.
Anna Umbert
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